sábado, 27 de abril de 2013

Simone de Beauvoir

«Hace siglos que la mujer desempeña las veces de un espejo que tiene el poder mágico de reflejar la imagen del hombre al doble de su tamaño. Sin ese poder la tierra probablemente sería todavía una cenagosa selva virgen. Las glorias de todas nuestras guerras serían desconocidas. (...) El Zar y el Kaiser no habrían ceñido sus coronas, y tampoco las habrían perdido. Cualesquiera que sea su utilidad en las sociedades civilizadas, los espejos son esenciales para toda acción violenta y heroica. Y esta es la razón por la que Napoleón y Mussolini insisten con tanto empeño en la inferioridad de la mujer, pues si no fuese inferior, ellos dejarían de parecer tan grandes.(...) ¿Cómo había de poder continuar (el hombre) juzgando, civilizando indígenas, dictando leyes, escribiendo libros, disfrazándose y haciendo discursos en los banquetes, si no pudiese contemplarse a la hora de las comidas de doble tamaño del que en realidad es?.»

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